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HOY SEPTIEMBRE NO ES SIMPLEMENTE OTRO MES, SINO TODO LO QUE MÁS AMÉ

Actualizado: 8 ene

Una reflexión sobre la educación, la memoria y el compromiso social en un presente marcado por el olvido y la injusticia.


Escribe: Emir Gutierrez y Danilo Saldaña

Este es un presente distópico: nuevo -bah en realidad de novedoso no tiene nada- pero es algo que nosotrxs no conocíamos. Sabíamos que estaba ahí, pero nunca imaginamos que llegaría así tan de repente y nos sorprendería de esta manera.

¿Es que no supimos aprovechar lo que teníamos?

Se suele decir "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde" y es que ahora es este presente ese "algo" que desearíamos perder y de seguro no lo extrañaríamos, como extrañamos aquel pasado.

Lo importante es no olvidar este hoy, para transformar aquel mañana.

Si es que hay un culpable que nos trajo hasta acá, ese culpable es el olvido. 

Olvidamos aquello que no debíamos.

O lo que es aún peor, nos invitaron a olvidarlo.

Nuestra generación no conocía otra realidad, somos hermanxs de nuestras amigas que no llegan a los 35, somos amigxs de nuestras amigas que no deberían volver a discutir lo mismo que en el 2018. Somos nietxs o bisnietxs de aquellas madres y abuelas, las de las rondas de los jueves, somos hijxs de las mujeres que dan alimentos a quienes más los necesitan en lugares donde el frío no solo te hiela la sangre, te hiela los pies descalzos, las manos. 


El futuro llegó hace rato, la comida no.


¿Ser profes o ser estudiantes? ¿Dónde termina uno y empieza el otro?

Según nuestros títulos, sí, somos profesores. Profesores que elegimos buscar estrategias para ser innovadorxs ¿Acaso esto tiene algo que ver con enseñar a no olvidar? ¿Es un conocimiento que podamos enseñar? 

¿Y qué es lo que no debe ser olvidado? Quizá esta pregunta nos interpela hoy más que nunca en nuestras aulas tan diversas.


[…] ese afán absurdo,

al que obedezco por obrera,

de ordenar las filas –rotas–

parándolos encerrados en baldosas,

separados uno detrás del otro:

—¡La mirada al frente!

¡Está prohibido darse vuelta![…]


Por momentos olvidamos esa humanidad para llegar con el programa a fin de año, ponemos un cerco entre las filas de bancos y el escritorio, ese muro imaginario que a veces se vuelve infranqueable. Olvidamos que nosotrxs seguimos siendo estudiantes, o al menos aprendices de nuestrxs alumnxs


El mundo es algo demasiado grande, pero nosotrxs

 tenemos nuestros propios mundos, 

                                              pequeños, 

                                                       pero igual de plurales, 

                                                                      diversos y valiosos: 

                                                                                                  LAS AULAS.


Si hoy aprender a ser innovadorxs es escapar de aquello que se nos intenta imponer en la actualidad, ese individualismo gélido y desalmado, súmennos a esas filas ordenadas, uno detrás del otro, con la mirada al frente, que desde ahí, desde adentro intentaremos construir nuevas y mejores 

aulasmundos.


Como dice la tía trava, Susy Shock:


"Estamos detalladamente haciendo la poesía de los nuevos tiempos."


Ojalá siempre seas mi amiga

El trabajo a veces nos quema la cabeza.

Así que llamé a Silvita

y le conté que me sentía mal.

Ella me consoló algo así como que

la culpa no sirve para nada.

Que las cosas tienen que

sumar o sumar.

Que el que mucho abarca poco aprieta.

Pero que hay dos momentos diferentes:

Momentos para abarcar.

Momentos para apretar. 

Ahora destapé una y calenté las lentejas.

Y quiero decirle a mis alumnos que me perdonen

por las veces

que en vez de pedirles que me escuchen

les digo que se callen.

Por los porque sí, los porque no.

Mandonearlos. No conocerlos bien.

Tratarlos de usted. Señalarles la vergüenza.

Enojarme con el desgano.

Calentarme con el desamor que tienen por las cosas

que a mí se me viene a ocurrir

que están buenas. 

Por ese afán absurdo,

al que obedezco por obrera,

de ordenar las filas –rotas–

parándolos encerrados en baldosas,

separados uno detrás del otro:

—¡La mirada al frente!

¡Está prohibido darse vuelta!

(Casi siempre me doblo y les sonrío bajito

o les acaricio el hombro

cuando le cantamos a la bandera). 


No puedo adoptarlos

ni llevarlos a todos de la mano.

En este tiempo se supone que comprendí

que no voy a cambiar la escuela:

sólo soy una maestra.

Hacemos lo que podemos, la piloteamos.

Nunca les voy a regresar al Tata y a Mayra

su madre muerta.

Ni le sacaré las ojeras a Valentín.

Ni volveré a saber nada de Yésica.


Sentir que no se puede cambiar nada

es la que más raspa de las violencias.


No sé cómo explicar algunas cosas

para que se entiendan.

Por eso a veces reparto papel glasé de a montones,

fotocopias con sopas de letras

y lleno los pizarrones de dibujos.

¿Cómo amamantar la hambruna

de los cachorros de otras fieras? 


Ojalá pudiera calentarles el agua.

Despiojarlos. Empacharlos.

Llenarles de crema la piel seca.

Invitarlos a pasear.

Tener un regalo para cada cumpleaños

y no esos tontos tirones de orejas. 


Una vez hice algo por uno:

le mostré cómo atarse los cordones

con una imagen simple:

un cordón doblado es una orejita de conejo.

El otro cordón doblado,

es como una orejita también.

Después una acción un poco menos sencilla:

apoyás una orejita sobre la otra como una cruz.

Pasás la oreja de arriba por debajo de la otra

y tirás.

Así se fabrica un moño. 


Espero que algún día, cuando necesite trabajo,

él pueda decir:

—Sé atarme los cordones.

Y su futuro patrón lo abrace con alegría. 


Y que cuando los chicos del barrio le pasen la

bolsa él diga:

—Sé atarme los cordones.

Y los chicos le respondan:

—Perdonanos, ni sabíamos.

Y que cuando su novia dé a luz él diga:

—Sé atarme los cordones.

Y todas sus cosas sean hechas nuevas para siempre. 


También sería muy bueno

que cuando su hijo lo haga enojar

él, arrodillándose,

le agarre los cordones y le muestre:

—Primero una orejita de conejo, después la otra.

Las cruzás en cruz. Hacés la parte difícil que es

pasar una oreja por debajo de la otra y tirás. 


Ahora nada sabemos,

ni tenemos maneras de saber.

Nadie sabe el poder de un nudo bien hecho

(un moño es un nudo, sólo que hecho con belleza). 


Lo que ahora sé

es que con suerte pagaré las cuentas,

ahorraré un poco para el verano 


y me tomaré esta cerveza

que, con un poco más de suerte,

me ayudará a dormir.

Marie, Gouric

La invitación para participar en la revista nos llegó así, un día normal en la biblio entre el mate de la tarde; y así en este lugar poético, un rayito de sol se metió por la ventana ese día nublado y como un perfecto cliché de la vida, descubrimos que la gran mayoría, por no decir todas la personas que integramos la revista somos estudiantes y/o profesores. En seguida, con el segundo cambio de yerba (y con otro termo de agua) vimos que estábamos a un paso de septiembre: mes en el que se celebra el día del estudiante y también el del profesor/a. Por eso en esta oportunidad decidimos recomendarles un libro para leerlo así, con el mate en la mano, bajo el solcito de primavera, mientras pasa septiembre, que no es simplemente otro mes. 

"Este amor tan grande" (Mansalva, 2021) de Marie Gouric es un libro de poesías, dónde la cotidianidad de una docente de escuelas públicas, coordinadora de talleres de escritura, lesbiana, activista y escritora, se hace prosa.


Referencias


Pasate por la Biblio Mariano Moreno, donde vas a poder leer textos de:

  • Paulo Freire

  • Melina Furman

  • Magdalena Fleitas

  • Luis Pescetti 


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