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MICKEY, MALÉFICA Y CHIMUELO ENTRARON EN HUELGA CREATIVA

¿Por qué seguimos comprando entradas para la misma historia de siempre? Entre remakes y live-actions, todo parece indicar que Hollywood se quedó sin ideas. En este artículo se explora cómo la nostalgia se ha convertido en un negocio lucrativo, en cómo el cine gringo no deja de reciclar a sus enemigos y porqué la inclusión genera tanta molestia.


Escribe: Ramiro Barroso

La nostalgia genera muchas palomitas 

El otro día fui al cine a ver Nosferatu del director Robert Eggers, y al salir me sentí contento al saber que todavía hay esperanzas. Venía un poco cansado del cine palomitero, del cine repetitivo y de consumo voraz. Es más, ir a ver películas de superhéroes, de las cuales soy fan, ya no es lo mismo. Es como si le hubiera llegado la maldición del western. Incluso, el fracaso de este tipo de películas ha hecho que vuelvan los actores del pasado, pero ahora parece ser que a interpretar otros personajes (por ejemplo, Robert Downey Jr. parece ser que hará a Doctor Doom). Es como un estar pero sin estar. Es obvio que esto asegurará un taquillazo, lo cual nos dejará ver, como ya lo está haciendo en realidad, que el poder de la nostalgia es fundamental en la industria cinematográfica hollywoodense. Nuevamente el ejemplo es Marvel Studios, pero también Crepúsculo o Harry Potter. 

Actualmente los live-action de Disney van por ese lado. Basta con mencionar Maléfica, El Libro de la Selva, Dumbo y El rey león. Cabe preguntarse ahora si acaso no hay más ideas, si Mickey, Maléfica y Chimuelo entraron en huelga creativa. No quiero sonar negativo, pero quién quiere ver a un león o un siervo ultrarrealista. Lo peor es que ni siquiera se toman el tiempo de modificar un poco la historia. Pero bueno, así es es el capital, solo quiere dinero, dinero y más dinero. No otras palabras, no hay ideas y van por lo fácil, de ahí traer de nuevo Karate Kid o Cómo entrenar a tu dragón. 

Volver al pasado

A veces tengo la sensación de que el cine yanqui quiere volver constantemente al pasado.  No creo que sea por mero capricho, sino porque encuentra en el pasado un mecanismo para construir sus enemigos. En qué estoy pensando se preguntará el lector. Bueno, en que la cinematografía no deja de volver a dividir el mundo en dos (los buenos y los malos) y para ello utiliza la historia. En su faceta actual, a este mecanismo lo llamo Rocky Balboa, ya que es este hombre el que expresa la política cultural de Estados Unidos en la guerra fría: es la historia del éxito del héroe mítico que afirma los valores tradicionales y la identidad estadounidense. Es más, incluso pelea contra un boxeador de la Unión Soviética, Ivan Drago. Y aunque Rocky 4 se estrenó en 1985, este tipo de representaciones sigue estando presente en series actuales, como por ejemplo Gambito de dama. Lo curioso es que cuando se retrata a Estados Unidos, todos se vuelven histéricos. El caso que ilustra esto fue Guerra Civil, una película que se estrenó en 2024 y que fue dirigida por el británcio Alex Garland. Los reproches fundamentalmente venían porque se decía que cometía errores como el de hacer aliados militares a dos estados opuestos: Texas y California. Al margen de esto, ya que se podría argumentar que se jugaba con la idea de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo (y el enemigo de ambos estados era Washington D. C), pocos son los que se quejan de cómo Estados Unidos retrata al resto, a la periferia. 

Asimismo, no deja de sorprenderme que aquellos que no dicen nada son los mismos que tienen sueños húmedos con Donald Trump y el poder militar yanqui. Aman su nacionalismo recalcitrante y racista, pero hacen oídos sordos cuando escuchan los reclamos de aquellos ciudadanos que mueren en las calles por la pobreza. Para graficar el nacionalismo reinante tenemos a la película Top Gun: Maverick. Aviones de combate, explosiones, disparos y Tom Cruise son todo lo que está bien. En fin, el espíritu militarista y ultranacionalista ha llegado. Quizás sea ese espíritu el que atrapó al ministro de Defensa argentino, Luis Alfonso Petri. 

El ministro de Defensa, Luis Alfonso Petri, subió una foto vestido como si fuera un piloto de guerra: “Desde hoy, los argentinos, volvemos a tener fuerzas del cielo que nos protejan”, escribió

¿Dónde está Sarah Connor?

Los dichos de Milei en Davos se pueden interpretar como el punto de llegada, puesto que la inclusión de la comunidad LGBTIQ+ en el mundo del cine ha generado mucho odio desde un inicio en los sectores conservadores. Todo aquello que no sea blanco, hombre y heterosexual genera molestia. Me gustaría pregutarle a esas personas qué les molesta si Dumbledore es negro, si no cambia en sí la estructura de la película. No es una película basada en hechos reales. Si es mala, no tiene que ver con que Halle Bailey interprete a Ariel en La Sirenita. Por tal motivo, el problema no es la inclusión, es el racismo, la homofobia, la xenofobia…

De igual manera, he escuchado argumentos que dicen que la mujer ya estaba empoderada antes y que el feminismo solo busca la destrucción del hombre. La era de la estupidez reina hoy en día. Sí Sarah Connor, protagonista de Terminator, es recordada, es porque ella fue la excepción a la norma. La mayoría está acostumbrada a que las historias de acción estén protagonizadas por un hombre. ¡Ahora cambió y molesta! Molesta porque muchos ven perder sus privilegios. Claramente la igualdad no es lo suyo.


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