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HABLANDO DE BARBARIES


Partiendo de una canción de La Renga y un video oficial del gobierno que revive el viejo binomio “Civilización o Barbarie”, el texto desmonta el discurso racista y eurocéntrico que todavía organiza nuestra mirada sobre los pueblos originarios, la política y la otredad.


Escribe: Rubén Mellado

Arte: Ludmila Perafan


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…Ya que vas a escribir, dijo,

Cuenta de mi pueblo,

Pobreza y dolor sólo trajo el progreso,

La cultura de la traición y los indios en los museos…


La estrofa corresponde al tema de La Renga, Lo Frágil de la Locura – felizmente aún no subvertido por la Banda Presidencial- y forma parte del álbum Despedazado en mil partes, del año 1996. Locura, fragilidad, despedazamiento; todo resuena.

Tiempos aquellos, muy admirados por el frontman de la banda; llenos de pizza, champagne, relaciones carnales, desregulaciones, privatizaciones, represiones, explosiones, desocupaciones y Stones. 

En esta canción, el protagonista viaja al norte del país y es interpelado por la marginación y la desigualdad, mientras la historia oficial olvida la presencia viva de las comunidades originarias. 

El pasado 12 de octubre, Casa Rosada publicó un video para conmemorar la “civilización occidental”; la pieza visual destaca la “gesta de Colón”  dando “inicio a un proceso de civilización, orden y progreso”; luego de un intento de sutil analogía entre el marino genovés y el poco entonado cantor palermitano “su liderazgo mantuvo firme la expedición, frente al riesgo constante de naufragio”, destaca que Colón arribó a “un mundo sumido en la barbarie” y  finalmente,  luego de sus  primeras acciones,  “la civilización prevaleció sobre el salvajismo, y el orden sobre el caos”.

Lo cierto es que se trata de una lectura básica y arcaica, atrasa tanto que, si ese guión hubiera sido el argumento de un acto escolar por el día de la Diversidad Cultural, seguramente habría motivado discusiones en el chat de mamis y papis.

Sin embargo, es necesario considerar que, en tiempos caracterizados por lógicas digitales de radicalización, subvalorar ese “discurso oficial” puede ser algo peligroso en una sociedad preñada de altos niveles de racismo estructural donde las categorías agonales Civilización-Barbarie son compartidas culturalmente y forman parte del imaginario a través del cual se interpreta la otredad, al menos desde 1845 cuando Sarmiento en su exilio publicó el Facundo. En la batalla de ideas la imagen sarmientina siempre se reactualiza cualquiera sea ese “otro” considerado; desde el “gaucho malo” al “mandril desdentado” “termo” “enfermo mental”, toda identidad que se constituya narrativamente como enemiga del orden civilizatorio vigente puede ser interpretada como barbarie. 

Civilización-Barbarie es una perspectiva de clasificación de la otredad, que se despliega desde Grecia en adelante, pasando por Roma, hasta llegar a la construcción moderna de la civilización occidental como centro de la historia y de la humanidad. 

En un bucle perpetuo, el video de Casa Rosada reincide en la falsedad de que fuera de Occidente no había más que prehistoria, caos y salvajismo. El mito de la raza y de la flecha del tiempo se reinician. 

Según explica Zvetan Todorov, para los antiguos griegos el concepto de bárbaro era altamente complejo ya que incluía dos significados; uno relativo, neutral y reversible como el dominio de la lengua griega y luego incorporaron otro sentido, referido a un valor moral, absoluto e irreversible, asociado a la crueldad. […] Los bárbaros son aquellos que niegan la plena humanidad de los demás […] se comportan como si los demás no fueran humanos o no lo fueran del todo”.

En la Modernidad europea, la categoría “bárbaro” (o salvaje) abarcará efectivamente a todo el mundo no europeo, acompañando el despliegue mundial del capitalismo. 

En “Nuestra América”, la narrativa eurocéntrica de la historia y los acontecimientos ha sido la oposición entre Civilización y Barbarie. La barbarie se constituye en un mecanismo de descalificación o demonización a través de la construcción simbólica de un ser (otro) peligroso y dado que el orden hegemónico encuentra resistencia en lo clasificado como bárbaro, el relato que elabora no sólo descalifica, menosprecia, inferioriza y subestima; sino que apunta a su destrucción. 

Civilización-Barbarie se presentan como dimensiones irreconciliables para el “nosotros civilizado” que sólo ve en el otro la barbarie que amenaza la materialización de su proyecto, por lo que su propuesta es la eliminación de lo bárbaro y la ocupación de su espacio. 

La peligrosidad del otro, su salvajismo, su monstruosidad, su irracionalidad, habilita y justifica la variable coercitiva. Llevado a su extremo, tal cual se ha experimentado en diferentes experiencias históricas, el ordenador categorial Civilización-Barbarie transmuta en la categoría política agonal amigo-enemigo en tanto la parte autodenominada civilizada de la relación percibe que su proyecto político, su cosmovisión del mundo, son amenazados por la obstinada recurrencia de la barbarie. 

Nuestro relato eurocéntrico fundante se empeña en ser un relato político vigente, una herramienta para la construcción discursiva, para la barbarización de las emergencias políticas y sociales. Una narrativa que se pretende hegemónica, una dicotomía que cuando adquiere la suficiente potencia legitimante, en determinadas condiciones sociales e históricas, puede habilitar – como ya lo hizo en el pasado –  políticas estatales represivas extremas. 

Fue bajo ese paradigma que el Estado Nacional cometió atrocidades, se desterraron poblaciones, se “repartieron” y apropiaron mujeres y niños para el trabajo esclavo, se construyeron campos de concentración y se exhibieron “indios en los museos”. En otra de sus reconfiguraciones la “civilización occidental y cristiana” la emprendió contra el otro “subversivo y apátrida” en la nocturnidad de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Aún faltan 300 niños.

Más allá del empeño gubernamental, como sostenía José Martí “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”.

Existe a esta altura sobrada evidencia de que la verdadera lucha es entre civilización – un modelo civilizacional – y la vida.  Es barbarie estimular y potenciar alternativas extractivistas asociadas al deterioro de la naturaleza y por ende el hombre y la mujer.

Es barbarie negar y atacar simbólica y materialmente la existencia de las comunidades originarias, tergiversar la historia y re-construir un universo de sentido desde el cual los sujetos entiendan el mundo social como una disputa contra bárbaros “que acechan como hienas” contra sus patrimonios y libertades. 

Es barbarie mercantilizar todas las relaciones humanas; promover la normalización de las desigualdades, dejar vencer toneladas de alimentos con intencionalidad política, reprimir jubilados que expresan sus demandas, desfinanciar programas de ayuda a la discapacidad, hospitales, ajustar en medicamentos oncológicos, universidades y además disfrutar la crueldad bajo el lema “es exactamente lo que voté”.

Es barbarie la prédica anti estatal, el discurso misógino, negacionista, antiderechos, pornográfico, así como el despedazamiento en mil pedazos de la única agencia capaz de poner los intereses colectivos por encima de los sectoriales.

Es bárbaro un presente en el que se desperdician las luchas del pasado y se violenta el futuro con un nuevo ciclo de endeudamiento externo.

Lo Frágil de la Locura, de La Renga, también habla de la batalla personal por encontrar un lugar y un significado; para ello habrá que retomar la discusión cada vez que la propongan aclarando a quien quiera oírlo, que un proyecto civilizacional que niega la plena humanidad de los otros y se comporta como si los demás no fueran humanos o no lo fueran del todo, no es otra cosa que la verdadera cara de la Barbarie.

La Maza es una revista colectiva que se sostiene con ganas y convicción…

Conocé a sus autores.

Ruben Mellado
Ruben Mellado

Docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales- Universidad Nacional de Cuyo rubenmellado@hotmail.com

Ludmila Perafan
Ludmila Perafan

Artista en el alma y buscadora de lo invisible.

Exploro símbolos, colores, energía y la magia cotidiana. Creo mundos para reflejar el mío propio y el planeta en el que habito.



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