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MIERDOLANDIA

Bienvenidos a Mierdolandia, un lugar donde la realidad es un paisaje desolador de desigualdad y represión. La economía nos explota, la política nos ignora, la sociedad nos controla y la cultura nos oprime. En las siguientes oraciones se intenta reflexionar alrededor de la esperanza y el mundo en el que estamos insertos.


Escribe: Ramiro Barroso

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¿De qué esperanzas me hablás?

Lo primero que hacemos al despertarnos es agarrar el teléfono. Somos una sociedad dependiente de un aparato. Incluso, he llegado a pensar que es el amo del siglo XXI. Un amo que nos esclaviza día y noche, que no nos deja descansar, que no nos permite parar. Ahora bien, qué pasa si a esto lo sumamos crisis económica, le sumamos un contexto en donde ni siquiera teniendo estudios universitarios podés conseguir trabajo. ¿Qué nos queda? ¿Qué utopía hay hoy si no es irte del país que te vio crecer? ¿Cuál es la esperanza si las alternativas son pocas (alcohol, depresión, clonazepam o suicidio)? ¿Qué posibilidad de progresar tienen los pibes y las pibas que no terminaron el secundario porque tuvieron que salir a trabajar? ¿Qué sueños puede llegar a tener aquella persona que no encuentra trabajo porque los patrones miran la dirección en dónde vive? Esto no es nuevo. Hoy se vive un infierno, pero las llamas ya se hacían sentir hace tiempo. Uno de los raperos que lo expresó con total claridad fue Fili Wey. En su canción, Papá me dijo, nos dice: 

“Y en quién puedo confiar

Si la policía es la primera que te inventa causas

Si los jueces son los primeros que te sentencian sin investigar

Si los abogados solo están para robarte el poco dinero que tenés

(...)

Vivimos en un mundo donde no se puede confiar

En la policía menos en un juez y en un fiscal

A nadie le importa tu vida si en verdad sos criminal

Cuánto tengo, cuánto valgo

Si no tengo no valgo nada, pero así es la vida

Todo tiene un precio y se sabe

Que el que tiene sale y al que no, le cabe

A ellos no le importa si vos sos culpable

Si es villero delincuente entonces le cabe

Todo es obra del que maneja la nación

Mienten que ayudan al pueblo y hacen discriminación

Entonces crean ilusión y crece el resentimiento

De a poco se va armando una gran bomba de tiempo

Que puede explotar en cualquier lugar, en cualquier momento

Creando una gran ola de maldad y sufrimiento

Yo sigo los consejos que me dio mi padre

Caminando derecho sin confiar en nadie”

La desolación es muy grande. ¿Qué nos queda? ¿Esperanza? ¿Esperar? ¿Y esperar qué? Estamos cansados de esperar que el tren llegue. Pero ahora ni siquiera podemos esperar tranquilos. No podemos permanecer quietos en un lugar, la incomodidad y el dolor es parte del espacio público. Los asientos están hechos para que nunca bajes el ritmo desenfrenado que lleva tu vida, para que tu vida y el teléfono sean uno. En fin, cuánto estrés. 

¿De qué seguridad me hablás?

Este tipo de asientos también puede entenderse como una expresión de hostilidad hacia las clases populares. En otros términos, bancos que simulan una comodidad que no existe (la cual no hace más que decepcionarte y amargarte), bancos con apoyabrazos metálicos o con materiales punzantes que no permiten recostarte. Esto es otra manera de deshumanizar, pues propicia la expulsión y segregación de determinados grupos sociales del espacio público. Crean una moda de sofisticación, estetización y delicadeza, cuando en realidad son diseños anticonfort.

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Ejemplos de arquitectura hostil

Pero este mecanismo no es el único que expulsa personas del ámbito público central: hay cámaras de seguridad colocadas estratégicamente en avenidas y calles que son fundamentales para entrar al centro de una ciudad, hay policías persiguiendo y castigando la portación de rostros, etc. En síntesis, a la plebe hay que tenerla afuera, que no se acerque al centro, máxime cuando se trata de un modelo económico que se basa en el turismo. ¡A la ciudad se la quiere blanca y pulcra señores!

Ahora bien, lo interesante de cuando te detiene un policía es que sabe reconocer quién es de un sector u otro, y lo sabe porque él proviene de una clase en particular. No es ninguna novedad decir que los miembros que integran las Fuerzas de Seguridad provienen en su enorme mayoría de las clases populares. Por tal motivo, detectan a los suyos, detectan a su amigo, a su vecino, a su pariente, a los que son de su mismo barrio. Parece ser que es una de las pocas cosas que la institución le han permitido conservar, ya que la disciplina y la jerarquía luego les presiona para reprimir(se).

Y vuelvo a la canción de Fili Wey. ¿Cómo confiar en esta institución? Si lo único que hacen es luchar contra los suyos. Si los barrios son tierra de nadie. Si después nos enteramos que dos policías de la vial fueron sorprendidos teniendo relaciones sexuales en un móvil policial. Si descubrimos que un alto jefe penitenciario protagonizó un accidente de tránsito con positivo en alcoholemia y con una dosis de cocaína en la billetera.

¿De qué placer me hablás? 

“Mucho palo y poca zanahoria” es la máxima actual. ¿Se puede disfrutar entonces? Sí, en la plaza del barrio. Algo hermoso y necesario, pero a veces tengo la impresión de que la política de las plazas en lugar de dar alegría a los sectores populares, viene por otro lado. Viene porque es una forma de construir poder y porque es la manera en que la muchedumbre no vaya al km0. De nuevo, el espacio central queda limpio para el advenimiento de los ricos. Pero claro, no hay plata... 

Y bueno, subámonos al colectivo y salgamos a pasear, a recorrer el centro. No importa si nos detienen, ya fue. ¿Y por qué vamos? Vamos para poder comprar algo, lo que sea. Lamentablemente, hoy el único principio válido es el del consumo por el consumo. ¿Y qué vamos a comprar? Mmm no lo sé, tampoco hay dinero. Bueno, conformémonos con mirar vidrieras. Pero ojo, estas últimas no son inocentes. Nos dan un mensaje. Observemos:

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Vidriera de un local de ropa ubicado en Cnel. Ricardo Day y Dr. Carlos Pellegrini

No solo nos dice que somos pobres porque tenemos lo justo y necesario para llegar a fin de mes, sino que también nos dice que hay otro lugar mejor, un lugar en el cual esto te lo podrías comprar, un lugar en el cual el placer es mil veces más intenso que en la Argentina. El colonialismo cultural a flor de piel: remera azul con estrellas y una bolsa rayada roja y blanca. ¿Soy yo o es la bandera de Estados Unidos? ¿Lo habrán hecho a propósito? ¿Qué hay detrás de esta puesta en escena?

En fin, lo único que queda por hacer es volver a nuestro hogar desganados. Mañana será otro día, otro día de explotación feroz. Y sí, es una mierda lo que vivimos hoy: desigualdad, pobreza, marginación, desempleo, inseguridad, narcotráfico, violencia, odio…


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